Saturday, October 15, 2005


Contamíname, pero no con mentiras
ATENCIÓN: La información que ofrecen los grandes pulpos multimedia es un producto manipulado: intoxica el entendimiento.
Por Daniel Héctor


“El pueblo quiere saber de que se trata”, decían azorados los vecinos porteños durante las históricas jornadas de mayo de 1810. Las noticias en esos tiempos coloniales eran un bien muy escaso, quizás tanto como la libertad. Entonces, acceder a la información era una llave para acceder al poder. El periodismo mamó de esas fuentes y desde su nacimiento, se fue templando al fragor de la lucha de los pueblos por su libertad y la justicia.
A partir de esta necesidad básica: la información, la prensa y los medios de comunicación pasaron a ocupar un lugar primordial en la vida de las naciones. Tanto en gobiernos dictatoriales, como en democracias, ha sido labor del periodismo: denunciar violaciones a los derechos, discriminaciones, abusos, censuras y corrupciones, además de canalizar la capacidad natural del ser humano de expresarse: pensar, opinar y crear.
La prensa libre, independiente y diversa fue condición indispensable para desarrollar la tarea de mantener a los hombres comunicados e informados, valores como honestidad, credibilidad y compromiso, pasaron a ser el atributo esencial de la comunicación social.
Pero los hechos no solo debían ser contados sino también “elegidos” e interpretados, algo que transformó a los periodistas en privilegiados forjadores de la opinión pública.
Como es de suponer, esta situación no pasó desapercibida para los poderosos. Ellos aprendieron a “utilizar” el poder de los medios de comunicación, para controlar el comportamiento de las masas, en su beneficio.
El mito de la objetividad periodística fue y sigue siendo un buen recurso para tal fin, siempre se esconde detrás del sagrado valor de la objetividad, un doble mensaje al servicio de ocultos intereses. El periodista le cuenta a la gente lo que él advierte de la realidad a través de su particular forma de ver el mundo, la verdad absoluta no existe, solo existen las múltiples caras que percibimos de ella.

La democracia de los medios o la dictadura de las noticias
El progreso tecnológico le fue aportando a la comunicación nuevos soportes que favorecieron su desarrollo. A la tradicional prensa escrita se le fueron agregando la radio, la televisión e Internet, el tejido digital que envuelve al planeta y que permite el intercambio intensivo, incesante e instantáneo de información a nivel global.
Entretanto, la tecnología fue invadiendo al mundo con una maraña de cables telefónicos, fibras ópticas, cables submarinos, antenas, enlaces por microondas, y el cielo se comenzó a cargar con un frenético tránsito de varios millares de satélites de comunicación.
Impávida, la revolución digital no detiene nunca su marcha. En los últimos años, ella ha conseguido que los distintos sistemas de comunicación humana se resuman en uno solo. El texto escrito, el sonido y la imagen ahora pueden transmitirse simultáneamente a la velocidad de la luz y en un formato único. Esta homogeneización multimediática llamada “convergencia”, también va acompañada de una “convergencia económica” que se expresa en la fusión empresarial de los distintos gigantes corporativos involucrados en el proceso informativo. Cadenas de noticias, grandes diarios, radios, empresas informáticas, canales de TV, discográficas, cinematográficas, editoriales, telefónicas, ahora todas estas corporaciones se aglutinan para conformar unas pocas mega-corporaciones multinacionales.
Hoy en día existen solo nueve gigantes globales: AOL-Time Warner (CNN), Disney (ABC), Rupert Murdoch's News Corp, Viacom (CBS), Sony, Seagram, AT&T/Liberty, Bertelsman y General Electric (NBC). Y cuatro grandes grupos mediáticos en América Latina: Grupo Cisneros de Venezuela (gestores del frustrado golpe mediático contra al presidente Hugo Chavez en el 2002), Globo de Brasil, Clarín de Argentina y Televisa de México.
La comunicación, sin dudas, se ha convertido en la industria más rentable de todos los tiempos. Estimulados por las grandes ganancias, estos grupos siguen ramificando su poder a través de adquisiciones y fusiones, presionando a los gobiernos (que les temen) para que eliminen las legislaciones que puedan limitar su expansión. Su descomunal poder económico y político, superior al de los estados, los convierte en los verdaderos amos del globo y de la globalización.
La información que ellos producen está vaciada de connotación social y se ha convertido en una mercadería superabundante que es regulada únicamente por el mercado. Otras actividades que antaño habían estado al margen del mercado, como la cultura, el deporte o la religión, hoy tampoco escapan a la impiadosa lógica comercial.
El valor de la información esta dado entonces, por la cantidad de público interesado en consumirla, parámetros como la verdad o el interés colectivo no cuentan.
La exagerada cantidad de información que producen los gigantes multimediáticos, no hace a la calidad de la misma, como dice Ignacio Ramonet “la información está contaminada., nos envenena la mente, nos contamina el cerebro, nos manipula, nos intoxica, intenta instilar en nuestro inconsciente ideas que no son las nuestras”
La homogenización cultural, a escala planetaria, es un hecho inevitable, los bienes culturales se producen estandarizadamente, sin tener en cuenta el público al que van dirigidos. La masificación avanza sobre la diversidad cultural.
El modelo actual de comunicación es el que establecen las cadenas norteamericanas como la CNN. Los informativos que se producen en distintas latitudes del mundo son elaborados en base a la misma estructura y con la misma retórica que el modelo CNN, calcando la misma sonrisa en los distintos idiomas.
El Informe sobre Desarrollo Humano de las Naciones Unidas 1999, puntualiza que América Latina importa el 70% de su programación televisiva, 62% de Estados Unidos y un 8% de Europa, la triste realidad de un continente consumiendo una imagen de si mismo, producida por las potencias coloniales que siempre lo dominaron.

“Nuestro norte es el sur” TeleSUR
Un antiguo sueño de los luchadores por la unidad latinoamericana se hizo realidad, con la creación de la primera televisora regional americana: TeleSUR que dio su puntapié inicial el 24 de julio, aniversario del nacimiento de Simón Bolivar, en la ciudad Venezolana de Caracas. Cuenta con un aporte inicial de capital venezolano de 51%, uno argentino del 20%, uno cubano del 19% y otro uruguayo del 10%., y está a la espera del ingreso de Brasil al ente multinacional y multiestatal que se ha conformado. Su objetivo es tratar de contrarrestar el desequilibrio informativo que padecen los pueblos latinoamericanos que conocen lo que sucede en el mundo y hasta en su propia región, a través de la versión que le cuentan las grandes cadenas de noticias, versión que obviamente, responde a los intereses de los países y empresas del norte. Y además favorecer la integración de países unidos por un origen común, una lengua común y en pos de un destino común.
TeleSUR transmitirá en principio por un canal satelital, 24 horas al aire repartidas en tres segmentos de 8 horas, la producción va a ser propia y estará orientada a las noticias, a las entrevistas, a la opinión y a difundir todo el patrimonio cultural de los pueblos latinoamericanos, para mirarnos con nuestros propios ojos y así valorar nuestra identidad.
Tendrá corresponsales en todos los países de la región, como así también en EEUU y Europa lugares donde también podrá ser visto.
Esta situación provocó mucho malestar en círculos de poder de la potencia del norte. El 20 de julio de 2005, antes de que la televisora siquiera sea presentada en público, La Cámara de Representantes Estadounidense aprobó una partida presupuestaria especial de 18 millones de dólares, destinada a realizar transmisiones televisivas y radiales para “ofrecer a los venezolanos información precisa y objetiva y así neutralizar el antiamericanismo de teleSUR”, para fundamentar la enmienda legislativa se dijo dentro del recinto que “ TeleSUR es una amenaza para los EEUU, ya que trata de minar el equilibrio de poderes en el hemisferio occidental”.
La guerra mediática ya está planteada, tal como lo hicieran, hace unos años contra Cuba, mediante la Radio Martí.
La importancia estratégica que este proyecto significa para nuestros pueblos, está manifestada por la encarnizada oposición que la potencia imperial ha organizado contra TeleSUR. “Telechavez, la Al Jazeera de Sudamérica, una amenaza para la paz de la región”, son algunas expresiones que los “objetivos” periodistas (a sueldo de las cadenas de noticias hegemónicas), expresan a diario.
Pero más allá de las ansias de poder que los políticos puedan tener, teleSUR abre una fabulosa posibilidad, la de rescatar nuestra propia palabra que hoy, la tenemos confiscada.
TeleSUR en Internet
www.telesurtv.net

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